Hay muchas cosas en el mundo que apreciar y hay muchas que no, como las buenas acciones que tienen muchos frente a desastres o frente a personas que lo necesitan y como no, las guerras y los genocidios al rededor del mundo. que quedan impunes, la verdad es difícil pensar que la vida "es así" porque realmente seria decir que el regalo que Dios nos dio es "una basura", en mi opinión esto es FALSO, la verdad es que si vivimos de esta manera no es por culpa de Dios aunque digan que lo es, es culpa de nosotros como seres humanos, nos depredamos a nosotros mismos, nos autodestruimos y peor aun, ni siquiera cuidamos nuestro hogar, además de decir que el poder nos vuelve un monstruo; realmente es una pena que nos sigamos llamando un ser pensante u HOMO SAPIENS, y la verdad es aun peor decir que esta sea nuestra "evolución", si así lo es creo que muchos desearíamos volver a los años de las cavernas en las que se cuidaban uno a otro, mas no se hacían daño...
Eso según yo
- Stecordzman
inspiraciones instantaneas
lunes, 1 de diciembre de 2014
domingo, 12 de octubre de 2014
Hola mundo les habla Steph....este será mi nuevo blog dedicado a la literatura, la mayoría de mis publicaciones serán originales espero les guste aquí les dejo una
“muerte instantánea más
allá del recuerdo”
“muerte instantánea más
allá del recuerdo”
Sentado
a la orilla del mar estaba Juan Pablo Cartagena, observando minuciosamente el
sol del atardecer con su mirada ya cansada por los setenta y algo de años que
llevaba encima, como si fuera la única cosa que pudiera hacer y como si su
cuerpo estuviera enraizado en aquel viejo banco de madera. Y mientras se perdía
en aquel sol que penetraba en sus cabellos blancos, recordaba el momento que
cambio su vida para siempre.
Era
un día seis de mayo hacia cuarenta y nueve años atrás; Juan Pablo vivía en el
pequeño rancho de sus padres y les ayudaba en el quehacer diario, ese día se
levantó muy temprano justo al cantar agonizante del viejo gallo que poseían,
con la idea de hacerlo todo a un solo compas y poder ir a ver a Rosa Álvarez la
mujer que ante sus ojos era la más hermosa y perfecta que podía existir. Esa
misma mañana su padre le pidió que lo ayudara a reparar el comedor ya vencido
por los años de uso y mientras trataba de repararlo se hacía cada vez más tarde
y tendría que estar a las diez en punto en la placita donde siempre se veía con
Rosita como él la llamaba, con la idea de proponerle que fuera su esposa para
toda la vida. Lo que no recordaba Juan Pablo era que quince días atrás le había
prometido a su madre no saldría por lo peligroso que era aunque si lo hubiese
recordado no le hubiese importado.
Se
hacían las nueve y media de la mañana y el comedor nunca estaba listo, Juan
Pablo estaba cada vez más inquieto y obstinado hasta que se le ocurrió una
excusa bien formulada para irse <<Iré al pueblo a traer el paquete de
siempre, no vaya a ser que los soldados no dejen salir más tarde>> el
famoso paquete eran unos afiches, recibos de pago y cartas familiares que
llegaban la primera semana de cada mes y ya que estaban en plena guerra civil
debía ir antes que los soldados declararan algún toque de queda, así que salió
de su casa lo más antes posible pero su primer destino era la placita donde se
veía con Rosa Álvarez. Llego hasta ahí y sus ojos se llenaron de un brillo sin
igual, pero ese brillo se convirtió en lágrimas de la felicidad tan profunda
que sintió al escuchar de los labios de la mujer que amaba que sería padre por
primera vez, Juan Pablo solicito hablar con sus padres para pedir lo más pronto
posible su mano pero por alguna razón ella no quiso y le pidió esperar un poco
más, el acepto y le dijo que esperaría lo que fuera para algún día estar juntos;
se despidieron y Juan Pablo se fue a la sala de correos a traer el paquete que
le había dicho a sus padres.
A poco más de una hora Juan Pablo llego a la
sala y le pidió al señor del mostrador
que le entregara el paquete de siempre, el amablemente, se lo entrego
pero esta vez había otro paquete más, cuando vio el remitente era su hermana
quien lo enviaba y quien vivía a ochenta kilómetros del pueblo; era un regalo
para su padre quien ese día estaría cumpliendo años. Juan Pablo lo había
olvidado por completo y recordó la promesa que le hizo a su madre días atrás;
no había terminado de recordarlo cuando en una fracción de segundo escucho que
todo el mundo estaba alborotado y a la sala llego un vendedor gritando: “los
soldados incendiaron el otro lado del pueblo”, Juan Pablo se espantó tanto que
los paquetes cayeron de sus manos y era
porque sabía que se trataba del lugar donde vivía. Corrió lo más que pudo hasta
llegar, pero todo fue en vano su casa estaba casi completamente en cenizas y
con pocas posibilidades de encontrar a sus padres con vida, Juan Pablo no cabía
del dolor que se apoderaba de su pecho y
sentía que en cualquier momento se desplomaría y su corazón dejaría de
palpitar, se ahogaba en el llanto de su alma y se cubría la cabeza con la
tierra deseando la muerte y preguntándose por qué se fue y los había dejado
solos.
Dos
horas más tarde se fue al pueblo para así buscar consuelo en Rosita y su hijo
no nato; aun con su duelo palpitante en lo más profundo de su pecho, escucho a
lo lejos que todo el mundo hablaba de un tal Coronel Martínez el jefe de la
guardia que había incendiado su rancho y el alboroto era porque la gente del
pueblo decía que había ejecutado a su propia hija por una “deshonra” en el pabellón de fusilamiento
donde se ejecutaban a los delincuentes o subversivos y se preguntaban como un
padre puede hacer semejante crueldad hacia su única hija. Juan Pablo escucho lo
que la gente decía y le preguntó a una mujer que estaba a su lado, de quien se
trataba: “es la niña Rosa Alvares, la hija del coronel” , le respondió la mujer
sollozando por la lástima que sentía, Juan Pablo no podía creerlo y por un
momento llego a pensar que se trataba de alguien más, pero al no tener más
opción, desesperado, se fue a la comisaria de la guardia y sin que nadie lo
viera entrar se escabullo entre las paredes de adobe viejo y entro hasta donde
estaba el pabellón no obteniendo resultado. De pronto entraron dos soldados, el
mano derecha del coronel y su amigo y los escucho hablar -Por qué crees que el jefe dio la orden de
matarla?- pregunto un soldado- Porque el viejo se indignó que ella estuviera
esperando el hijo de un campesino don nadie- le respondió el soldado de
confianza del coronel- Entonces es verdad que se veía con alguien en la plaza?
– Pregunto el otro soldado- Desde luego y ahora el coronel quiere la cabeza de
ese tal Cartagena! - le respondió nuevamente el soldado-.
Juan
Pablo que estaba escondido tras un pilar se retorcía del sentimiento y de la
rabia que eso le causaba, sentía tanto odio hacia ese hombre que le había
quitado lo que más amaba y hasta ese momento comprendía por qué Rosita nunca le
dijo que fuera a conocer a sus padres.
Ya
eran las diez de la noche la sombra de la muerte merodeaba la casa del coronel
Martínez, Juan Pablo que estaba frente a la casa acompañado de un machete,
estaba pensando como haría pagar todo el sufrimiento que le había causado aquel
despreciable hombre que ante sus ojos no debía de existir más.
A
eso de las tres de la madrugada se escucharon los caballos de la guardia por todas partes del pueblo entrando a cada
una de las casas que había en ese entonces, buscando a quien había asesinado
brutalmente al coronel, pero a quien buscaban ya estaba encaminado a un lugar
distinto donde nadie lo conociera, donde fuera simplemente un forastero herido
por la vida y donde pudiera mantener los recuerdos vivos de las personas que
más amo sin que lo hirieran aún más.
Era
así como ahora Juan Pablo se encontraba perdido en la belleza de aquel sol,
recordando el momento que lo hizo cambiar tanto, acompañado de la soledad de
sus años y del profundo sentimiento de algún día poder cambiar su pasado, pero
mientras todo eso venia a su mente, aquel hermoso paisaje se volvía oscuro,
mientras el cerraba sus ojos a una muerte instantánea que surgía más allá de lo
que había recordado y sus recuerdos se tornaban como la agonía que estuvo
esperando desde aquel doloroso seis de mayo, consolidando por fin un sueño
profundo del que jamás volvería a despertar.
Fin
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